
En la última publicación exponía "el mambo" como elemento de reafirmación identitaria. En otro ámbito, existen también nuevos estilos musicales a partir de la música popular tradicional. Hablo ahora, de música interpretada por grupos que fusionan géneros como jazz, rock y electrónica, dándole un nuevo color a los palos, el gagá, la salve y la zarandunga, otorgandoles también un espacio social diferente.
Este estilo no es totalmente nuevo. Hace más de quince años atrás otros artistas como Luis Días, Xiomara Fortuna, Roldán Mármol, entre otros, han investigado sobre la música raíz, fusionándola con otros géneros. Sin embargo es más recientemente que ha suscitado un interés importante.
Los nuevos interpretes son jóvenes estudiantes y profesionales, músicos e investigadores con una visión más amplia del universo musical. Dentro de estos grupos se destacan Batey, Arrayano, Sonabril, Palo Tre y Rita Indiana y Los Misterios.
Si bien estos grupos tienen productos artísticos más estilizados, aún no han desarrollado una identidad tan poderosa como la que otorga el “mambo”. Esta forma musical no posee un nombre que lo identifique y lo distinga del resto de la música que se hace en la isla. Al respecto, Rita Indiana Hernández, compositora de este estilo comenta:
“no tengo género todavía para definirla. Eso le toca a la gente, inventarse una palabra o algo. Pero es música dominicana ¿tu quieres un género? Es música dominicana”.
A diferencia de los jóvenes que consumen merengue de calle, parece que para los alternativos el estilo no es tan importante. Sin embargo ,sí los demás consumos culturales que realizan, como los lugares donde hacen vida social, las películas que ven y otras músicas que escuchan.
La pregunta que surge es; ¿por qué los jóvenes urbanos de clase media se sienten interpelados por esta música que recrea escenas distantes a su propia realidad? Se puede inferir que este sector de los jóvenes de la capital estén uniendo pedazos para conformar la inacabable narrativa de sus identidades. Para ello les sirve la música que consideran representativa de la dominicanidad –mulato, caribeño, residente en un país subdesarrollado-, la cual mezclada a su condición de sujetos modernos, vinculados a otros ritmos del mundo, les da una sensación de que van avanzando en la compleción de su rompecabezas identitario.
Se pudiera concluir en que la música raíz dominicana se reconfigura en su transgresión en los espacios urbanos de Santo Domingo. Toma nueva forma y público, surgen cambios en su función social. Mientras tradicionalmente es utilizada como instrumento ritual de gran importancia para crear el ambiente de espectáculo de ceremonias de la mágico religiosidad popular, en los jóvenes urbanos es un elemento de construcción de sus identidades divididas. Sin embargo los sectores, sociales analizados han recreado estilos totalmente diferentes partiendo de las mismas raíces musicales. Esto porque las articulaciones logradas dependen de otros aspectos relacionados; sus posiciones de colectivo, coyunturas sociales y habitus de clase, que les hace adoptar unos elementos de la cultura “tradicional” y desechar otros.
Esbozado a grandes rasgos, lo interesante ha sido la descripción de la manera en que los “muchachos” capitalinos de diferentes clases sociales están construyendo y recreando una narrativa sobre sus lugares como mulatos, urbanos y jóvenes.
Teniendo claro que est de estasas músicas son importantes por su colaboración a un discurso sobre quiénes somos, queda para próximos artículos una mayor profundización sobre la relevancia social de estos estilos musicales.
En foto: grupo Sonabril.Tomada de: http://justmore.wordpress.com
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