sábado, 18 de septiembre de 2010

Sistema de sustitución en el vudú dominicano

Inmediatamente despues de su transplantación a este continente, los esclavos capturados en Africa, reconstruyeron su cultura material con los recursos encontrados en el exilio. Fabricaron tambores y divinidades de madera, para recrear sus ritos sagrados. Los pueblos más importantes en la religiosidad popular dominicana fueron los ewe-fon del antiguo Reino Dahomey , a pesar de que se advierte la significativa contribución de las etnias bantú y yoruba. Todos estos del occidente de África.

Desde la llegada de los primeros negros hubo sublevaciones y conformaciones de aldeas cimarronas (también conocidas en otras partes del continente como quilombos o manieles ), pero por otro lado a los negros que convivieron bajo el sistema de opresión colonial se les prohibió manifestar su interior religioso. La autoridad del dueño o patrón de la plantación donde eran obligados a trabajar se extendía hasta su espiritualidad. El proceso de evangelización en las colonias no permitiría que pudieran expresar libremente sus creencias, y fueron obligados a observar costumbres católicas.

En la Iglesia de la Contrarreforma –en oposición a las ideas luteranas- el culto a los santos y sus imágenes se tornó fundamental en el ritual y en el adoctrinamiento al catolicismo. El relato histórico por medio de las imágenes (pintura y escultura) presentaba mayor efectividad que la literatura, por ende era ampliamente utilizada para la difusión de la religión e incitación de la fe. Los clérigos ostentaban las pinturas como divinas y representación de asuntos de “verdades y eternos” (Alvarado, 2009). En este sentido, las imágenes de los santos dentro del catolicismo son íconos, dado que se asumían como representaciones directas de lo “verdadero”. En Pierce un icono es representamen que sirve de sustituto del objeto. El oficio del artista era precisamente imitar con la mayor fidelidad posible a la idea de objeto. Su funcionalidad en la instrucción de los iletrados fue fundamental durante la época. Al respecto, Fray Bartolomé Valdivieso, pensador de la corriente de la Contrarreforma expresó sobre la efectividad de la pintura en la enseñanza de la religión:

…"por la persuasión eficaz de la vista, el más imperioso de los sentidos, y el que más despierta al alma con las imágenes, que son predicadores mudos, y torcedores elocuentes" (Fernández Arenas citado en Alvarado, 2009).

Los esclavos en Las Indias eran parte de esa masa considerada iletrada que debía ser instruida por medio de imágenes. Es a partir de esta imposición que se produce el ocultamiento de las religiones africanas detrás del catolicismo. Entendiendo que un signo es un sustituto del objeto (Benveniste, 1980). Se afirma que en la actualidad tenemos que el vudú dominicano y el catolicismo comparten las imágenes de santos como signos de su tradición. Sin embargo, dentro del culto vudúista se quiebra la relación indicial entre lo representado y el referente. Las iconografías cristianas tienen a otro referente: un lua.

Algunos autores señalan que la variante dominicana del vudú pudo surgir en el siglo XVIII, una vez que las herencias de las distintas etnias provenientes de África se hubiesen fusionado formando parte importante de lo que sería la cultura popular dominicana. En la actualidad, las prácticas de esta espiritualidad están integradas por la tradición de las cofradías, peregrinaciones y olivorismo .

Las divinidades llamadas luas forman la Veintiuna División, panteón vudú dominicano. Cada lua es un espíritu de un ser que tuvo una vida material, y que por alguna razón una vez muerto se convirtió en un ede adoración. No todos los luas tienen un origen africano, en la espiritualidad dominicana se destaca el caso de Anacaona, cacique taína, que luchó contra la Conquista Española y por su heroicidad se convirtió en una Metresa . Un lua o una metresa tienen personalidad y funciones particulares, además de una representación material en la imagen de un santo católico.

II. Sincretismo: el engaño de la mirada.

El uso de imágenes en los rituales religiosos es una práctica común tanto en culturas occidentales como en las orientales como la Dahomey. Benjamin afirma que: “…en tiempos primitivos, gracias a la importancia que se daba a su valor de culto, la obra de arte se convirtió ante todo en un instrumento de magia que sólo más tarde se reconocería en cierto modo cuanto obra artística”. Esta observación de Benjamin nos ayuda pensar las artes caribeñas, en su mayoría manifestaciones producto de la mezcla de lo mágico con la vida cotidiana. A pesar de ello, en las culturas negras- a diferencia de las occidentales- la vista no es el sentido capaz de hacernos entrar en contacto con la realidad. En el vudú la resistencia ha transformado el sentido de las imágenes, donde lo que el ojo mira no es la realidad de lo que está representado. La función de icónica de las imágenes de santos no se establece en el vudú, sino que aquí al transitar un largo período de convivencia, pasarán a ser símbolos rituales, que con relación alguna al referente.

Las imágenes del vudú son símbolos de esta mágico religiosidad en tanto forman parte de las reglas establecidas por los practicantes. Según Pierce (18xx): “un símbolo es un signo que perdería el carácter que lo convierte en signo si no hubiera interpretante. Tal es cualquier expresión de habla que significa lo que significa sólo en virtud de que se comprende que tiene esa significación”. Por ello las imágenes de santos como representación de luas y metresas sólo tiene significado para los dominicanos y haitianos. Para un individuo ajeno a la cultura a la que se circunscribe el rito, las imágenes representan santos blancos católicos.


A pesar de que Benveniste afirma que en las artes no se pueden producir sistemas de signos, existe en las imágenes utilizadas en el ritual vudú una homología razonada , por tanto ha sido instaurado en base a similitudes que los esclavos encontraron entre Luas y santos católicos y cumple las características de dominio de validez, modo de operación, naturaleza y funcionamiento. Para ilustrar esta situación expongamos el caso de la siguiente imagen:



Esta iconografía cristiana representa a San Miguel, que dentro de esta tradición católica es valiente arcángel que luchó contra Satanás. Sin embargo para los vuduístas, esta imagen representa a Belié Belcán, uno de los luas más respetados de la Veintiuna División del panteón vudú dominicano. En los altares, esta imagen siempre está al lado de la imagen de Santa Ana, que representa a la metresa Ana Isa Pie. Aparentemente, la imagen de San Miguel provocaba en los esclavos el recuerdo de este lua valeroso e responsable según el relato fon.

La composición iconográfica de La Virgen es anterior al uso de la técnica del óleo. Como bien señala Berger es muestra del enorme poder de la Iglesia. Pero también fue instrumento importante en el adoctrinamiento social. Exponiendo un modelo de mujer sumisa y bondadosa. La siguiente imagen, siempre dispuesta en los altares, es la Virgen de la Altagracia, que en el vudú dominicano es la representación de Alailá.



La Virgen de la Altagracia es dentro del catolicismo la “patrona espiritual de los dominicanos”. Su santuario se encuentra ubicado en la ciudad de Higuey, hacia donde se dirigen enormes procesiones los días 20 y 21 de enero de cada año. Durante estos días, mientras dentro de la Basílica de Higuey se ofician misas, en el patio interior se tocan Palos en honor a Alailá.

Por otro lado, las imágenes de santos actúan como sistema semiótico en tanto cumplen las características de dominio de validez –siempre se respeta el significado de cada imagen y su colocación en el altar corresponde a leyes establecidas por la religión-, naturaleza – las imágenes son iconografía de santos católicos- y tipo de funcionamiento-cada imagen representa un lua o metresa con funcionalidad distinta en el ritual.

No hay comentarios:

Publicar un comentario